sábado, 4 de septiembre de 2010

PLAN DE MERCADO PARA QUERER A LIMA


¿Será que la cultura se puso de moda? Porque si no es una moda, me resulta extraño ver que esta palabra se haya repetido más de una vez en las últimas semanas.

Incluso un canal de TV hizo historia al invitar a los candidatos a la alcaldía para hablar precisamente de ese tema.

Hoy sábado juramentó el primer ministro de Cultura del país y se abren muchas posibilidades. ¿Señal que avanzamos?

Quizás poco a poco políticos y escépticos empiezan a darse cuenta lo que ya es una realidad en otras partes: que la cultura no sólo es ese cuadro colgado en una galería que nadie entiende, sino un valioso y práctico recurso para el desarrollo económico.

En el post anterior citábamos a Ruth Shady y la claridad para encuadrar cultura justamente dentro de esa visión. Pero también hace falta otro tipo de herramientas. Una de ellas, el marketing.

Justamente hace unos días conversaba sobre Lima Milenaria con Milton Vela, buen amigo y experto publicista, y me mencionó este artículo suyo escrito hace ya más de un año y que encaja muy bien con el proyecto que hemos lanzado en este blog.

Con autorización suya, incluyo una versión reducida de su nota, publicada para el aniversario de la ciudad. Casi como en una gran peregrinación, de muchas partes venimos llegando con ideas, porque al final de cuentas todos queremos una mejor ciudad.

Al final hay un link que lleva a la nota completa y a su excelente blog, Café Taipá.

domingo 18 de enero de 2009

Muchos son los homenajes y también las críticas. Algunos dicen que cada vez está mejor, otros que se está hundiendo en el caos de su propio crecimiento. La tildan de horrible, cuando antes la adjetivaron como un jardín. Dijeron que era de los reyes, y ahora parece ser de nadie.

Así es Lima, una ciudad de contrastes que merece mejor suerte, que debería levantar cabeza y que, definitivamente, podría encontrar en el marketing, junto a una muy necesaria conciencia de su gente, la fórmula para convertirse en la capital "luz" de Latinoamérica, a pesar de su cielo "panza de burro".

Ser limeño no es un atributo que se exhiba con orgullo, tampoco es una vergüenza. Ser limeño es tal vez ser tibio, como dijo Salazar Bondy, al definir a nuestra Lima como la horrible. Ser limeño es no tener una identidad, porque Lima tiene varias Limas en sí misma.

Darle valor a la "marca Lima" sí que es cosa seria, y sin haber hecho una investigación profunda, me adelanto a decir que por ahora esta marca aguanta cuanto significado se le quiera atribuir, y es algo que debemos cambiar.

Para hacer branding siempre debemos tomar en cuenta dos variables, dos valores: el tangible y el intangible.

¿Cuál es el más importante? pues digamos que los dos son imprescindibles, pero que el segundo es el más determinante, el realmente diferencial, aunque necesitará que el primero exista.

En pocas palabras, el valor tangible tiene que ver con la calidad del producto.

El intangible, con el sentimiento que éste genera. Si el sentimiento es fuerte, no lo dejarás aunque aparezca otro más moderno o con aditivos.

¿Qué valor tangible podría tener Lima para diferenciarse?

Menuda tarea, tal vez no haya respuesta. Tal vez no se haya identificado o construido aún.

Como bien decía Gustavo Rodríguez hace unos meses, Lima necesita un anzuelo para diferenciarse, que no encontrará en su historia, que tal vez tenga que ser construido, como lo hizo la ciudad de Bilbao, al construir uno de los mejores museos del mundo, el Guggenheim, y convertirse en destino casi obligado para quien vaya a España.


Porque así como Paris tiene su Torre Eiffel, Rio tiene su Cristo Blanco y Barcelona su Palacio de Montjuic, Lima necesitaría un símbolo que la haga reconocible y diferenciable.

¿Y cómo vamos con el valor intangible?

Ahí sí que se nos viene lo más difícil ¿Cómo hacer de Lima un sentimiento? Se debería buscar el valor más trascendental para todos, aquel que les podría llevar a poner un corazón y el nombre de su ciudad en un polo, y que podrían llevarlo con gusto, u ofrecer al turista luego de salir del Paseo de las Aguas, por ejemplo.


Importa mucho en la actual y exitosa gestión del Alcalde Castañeda la promoción de sus obras, pero se descuida la promoción de un sentimiento favorable hacia la ciudad, para cuidarla, quererla, sentirla nuestra.

Y mientras no se tenga claro este punto, por más que Lima se modernice, por más paseo de aguas, pistas sin hueco -un imposible absoluto- los limeños nunca cuidarán a su ciudad, ni siquiera en frente de los turistas.

Menuda tarea la que le espera a quien asuma esta misión, de darle a Lima un valor de marca que la convierta en un activo deseable.

http://cafetaipa.blogspot.com/2009/01/un-poco-de-branding-para-querer-lima.html

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