sábado, 10 de noviembre de 2012

"¿QUIÉN ES USTED? ¡NO LO SÉ!


Lima Milenaria es la campaña que este Diario lanzó en noviembre del año pasado. A pesar del nombre, es un proyecto que se hizo pensando en el presente y, en particular, en el futuro. 

Para eso contábamos con dos ingredientes fundamentales: la evidencia inescapable de la arquitectura prehispánica, y el conocimiento acumulado por años de trabajo de arqueólogos y arquitectos, que le daban solidez y raíces al proyecto. ¿Por qué? Por varias razones.

Una de ellas, porque en esta gran diversidad cultural limeña no existía un referente simbólico que representara a la mayoría. Francisco Pizarro, con sus méritos y defectos, se había quedado chico. ¿Y era importante eso? Los urbanistas hablan con frecuencia de un concepto que tiene que ver con calidad de vida, felicidad y buen funcionamiento urbano: el sentido de pertenencia. O el alma de una ciudad.

El alma entendida como un valor intrínseco que le da solidez a su gente, proyección a su ciudad, que hace que la vida fluya mejor. No lo comes ni lo vendes, pero sabes que compartes algo que es importante para ti y para los demás. Y sucede que Lima es una ciudad sin alma. O quizás tiene muchas, como tiene muchos rostros.

Eso estaría bien si no fuera porque cada una existe al margen o por oposición a la capital. Pienso en las múltiples expresiones culturales que se producen en la calle: una procesión religiosa, una fiesta patronal, una reunión de migrantes. Quién puede negar que ahí haya alma, orden, sentido. Pero fuera de esas burbujas de identidad, muchos de esos ciudadanos que cumplen con las reglas de su organización se transforman en otros seres cuando les toca lidiar con la gran Lima. Y ahí todos estamos contra todos.

También lo vemos en muchas autoridades, municipales y de cultura, y la continua agresión contra el patrimonio que ejercen ellas mismas. Una explicación para esta actitud podría ser que no tienen idea de quiénes somos y de dónde venimos. Tener el cuento claro nos haría la vida más fácil. En lo que es patrimonio, por ejemplo, sabríamos cómo proceder y cuándo decir hasta aquí nomás a los excesos de la empresa privada.

Tener el cuento claro significa, por ejemplo, saber que la ciudad de hoy no habría sido posible sin esos limeños antiguos. Ellos trabajaron para nosotros construyendo canales de irrigación o dejándonos la quincha y el adobe. Saber todo esto debería poder darnos orgullo. Somos parte de un continuo de desarrollos culturales que nos hace originales y diferentes.

En enero de este año la alcaldesa, Susana Villarán, dio el primer paso al declarar Lima como Ciudad Milenaria y Ciudad de Culturas. En estos días, declaró junio mes de Lima Milenaria y puso el tema en la agenda de la ciudad. Ojalá tenga continuidad.

Al final, un sentido de pertenencia solo se logrará cuando todos, los nueve millones de limeños, sepamos de este importante pasado. Y sabiendo responder quiénes efectivamente somos, el futuro tendrá sentido. Y la ciudad también.

Publicado en El Comercio: 06/6/2012 
Foto: Exhibición LM, Instituto Riva-Agüero/El Comercio

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