viernes, 8 de febrero de 2013

TODO VA BIEN…MUY BIEN


Seguimos creciendo. Hicimos 6% el trimestre pasado. Hay más dinero, optimismo y buenas ideas. Hasta los límites de lo que podemos hacer se expande. Suele ser así. Y está bien. Así crecemos todos.

Y no me extraña que mi hija se haya contagiado. Me ha pedido que celebre su fiesta de 15 años en la Catedral. Y se lo voy a dar. Me dice que le gusta el lugar, que le parece medio gótico y yo no tengo idea, pero le daré gusto. Habrá que tapar las capillas para hacer unas proyecciones 3D de artistas que me ha pedido la nena.

Los arquitectos que he contratado me han dicho que hay que poner cuidado y que tomará un par de meses. Perfecto. Seguro que a nadie le importará tenerla cerrada. Igual, les voy a dejar la iglesia retocada y varios cuadros restaurados

Para la cena de negocios que estoy planeando van a llegar unos posibles inversionistas, así que los voy a impresionar. Voy a alquilar el Palacio de Gobierno. No creo que a Ollanta le moleste. En un restaurante he visto que tienen acróbatas, pero yo quiero algo más grande y que el mensaje sea: “El riesgo vale la pena”.

Así que voy a pedir que rompan el techo del salón Túpac Amaru (que encima me dicen que el lugar tiene unas esculturas de unas flacas muy buenas) para hacer uno más alto y transparente. Claro, un techo temporal. Sin arañas de cristal ni nada de eso. Pero que se vea como el infinito. Ya después se los arreglo. Lo dejo tal cual me lo entregan y hago una donación grande para su programa de chibolos.

Para qué negarlo. A mi negocio nunca le ha ido mejor. Esta sí que es tierra de oportunidades. Mi siguiente paso es traer los Lamborghinis. El LP 570-4 Gallardo, el Sesto elemento y mi favorito: el Aventador J. Ahora sí que hay gente para venderlos en cantidad y seguir creciendo. Lima va a ver lo nunca visto.

Me tomaré la Av. Arequipa, de la cuadra 1 a la 52. A todo lo largo pondré una enorme plataforma mecánica Sensig, de color azul eléctrico, y los voy a dejar boquiabiertos. Papaya sacar los árboles. No vaya a ser que se me quejen y digan que estoy matando vida. Así que se los llevan a otro parque y los devuelven después. Total, me han dicho que esto toma solo una semana. Que el tráfico vaya por otro lado.

Al final les voy a dejar la Arequipa mucho más bacán, con árboles nuevos y baños públicos en cada cuadra. No se pueden quejar. ¡Jaaa!... seguro después me hacen padrino de algún distrito o Ciudadano Ilustre. Me tocará soltar más plata y seguir adelante.

La verdad, hay que decirlo también, nada es perfecto. Quería comprar un parque pero ahí no me funcionó el asunto. Salieron unos envidiosos, que no faltan, y les hicieron caso. Está bien. En el fondo, yo sé que los alcaldes son mis patas. Ellos sí que saben de progreso y a veces tienen que ceder un poco.

Por eso nunca me había sentido tan bien en mi ciudad. Antes siempre miraba afuera. Caray, allá sí que pueden hacer cosas. Hasta que me fui de viaje y me di cuenta de que no era así. Que allá no sé cómo diablos hacen, porque con tantas reglas al final no haces nada de lo que quieres. Por eso me gusta Lima. Acá puedo hacer de todo. Lo otro que quiero hacer…

Publicado en El Comercio: 29/8/12 
Foto: diariodeungloton.com

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