miércoles, 11 de diciembre de 2013

A PROPÓSITO DE SINIESTROS E INCENDIOS (columnista invitado-Chile)

Incendio en el Teatro Municipal de Santiago de Chile
Hemos caído a la fascinación del fuego. No es para menos. Es la memoria arcaica que nos recuerda que ese fue uno de los primeros pasos hacia la civilización y la sabiduría. Solo que en este caso la ruta es peligrosamente a la inversa, y es una auténtica señal de alarma.  Mientras los congresistas se hurgan los piojos, y las cámaras de TV auscultan el sexo de vedettes y futbolistas, el rico patrimonio limeño va quedando en cenizas. 

Hoy empezamos una nueva etapa en este blog. Estamos invitando a colegas de América Latina y de otros países a que compartan con nosotros sus experiencias en sus ciudades, porque de repente todavía hay algo que nos toca ver y aprender a todos. Por una simple coincidencia, la nota de Cristian Antoine*, desde Santiago de Chile, hace referencia al mismo tema que nos convoca el titular: incendios que afectan edificios históricos. Al leer su texto saltan a la vista las primeras diferencias: el debate, político y académico, que una situación similar está generando en nuestro vecino del Sur, y la preocupación por los otros centros históricos de su país. Gracias Cristian.

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PATRIMONIO EN LLAMAS
Una seguidilla de incendios ha afectado a edificios patrimoniales a lo largo de Chile. El último, hace unos días amago con un desastre de proporciones al quemarse casi un tercio del emblemático Teatro Municipal de Santiago, uno de los íconos de la alta cultura local. Pero no fue el único. En estos últimos años siniestros de proporciones han afectado a los palacios Íñiguez y Aldunate y al Liceo Amunategui, todos en la capital chilena; la Iglesia de San Francisco en Valparaíso y el Mercado de Concepción, entre otros. Se presume que algunos de ellos, aún sin probarlos policialmente, podrían ser intencionales.

En todo caso, lo que estas incidencias si han puesto en evidencia es la extrema fragilidad en la que se encuentran algunas de estas antiguas construcciones, casi siempre más que centenarias, pero que independiente de su antigüedad y relevancia que sí lo ameritan, tampoco son objeto de un plan de refacciones y mantenimiento que minimice los riesgos y baje las probabilidades de siniestros. A ello se suma la ausencia de protocolos de acción y la carencia de equipos especializados capaces de contener el avance de las llamas o la acción igualmente destructiva del agua. Todo ello está provocando un intenso debate entre autoridades, gestores culturales y especialistas en patrimonio.

El incendio del Teatro Municipal ha sido particularmente decidor. El edificio, construido en 1863 y declarado Monumento Nacional, vio consumirse por el fuego el sector donde se encuentran las instalaciones del Ballet de Santiago, los talleres de vestuario y otros accesorios que originalmente se ubicaban en un edificio cercano, pero que habían sido trasladadas luego de otro incendio, ocurrido en enero de 2011. Las instalaciones no habían sido relocalizadas por falta de “recursos y espacio”, según los directivos del teatro. Aunque hay seguros comprometidos, el valor simbólico del espacio es algo que difícilmente se puede recuperar.

Las autoridades de la ciudad han recabado en lo profundamente frágil que es nuestro patrimonio y la necesidad de tomar conciencia de que el casco antiguo de Santiago, como el de Valparaíso y Concepción solo por nombrar las tres principales ciudades del país, necesita un cuidado especial y requiere un volumen de políticas, de inversiones, de recursos que es muy superior a lo que hoy están dedicando los chilenos. “Si queremos parar este desangramiento de patrimonio que estamos teniendo, tenemos que tomarnos estos temas muy en serio”, afirmó la alcaldesa de Santiago, comuna en la que se ubica el recinto.

De hecho, ese sector del Teatro Municipal que se quemó aunque contaba con sistemas de luz que sí funcionaron durante la emergencia, no tenía regadores ni detectores de humo.

Quedan muy pocos edificios anteriores al siglo XX en Chile, los terremotos y el avance de la civilización moderna se han encargado de hacer su parte. Es cierto también que la sociedad civil chilena, las empresas y la clase política son bastante organizadas y suelen prestar auxilios recurrentes al sector, pero aún falta un enorme trecho por recorrer para llegar a los notables ejemplos internacionales disponibles de cuidado de edificios patrimoniales.

Una comisión especial de la Cámara de Diputados constituida en el 2010 para estudiar las condiciones de Patrimonio Histórico y Cultural chileno, y que tuvo a la vista la experiencia peruana en la materia según consta en sus actas, propuso la creación de un Ministerio de Cultura que supere la división que existe hoy entre las organizaciones que tienen la providencia legislativa sobre el cuidado y protección del patrimonio: el Consejo de la Cultura y la División de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ministerio de Educación. Fundamentalmente, pues a ellas se suman, con diverso grado de incidencia en el sector, la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, el Consejo de Monumentos Nacionales, el Departamento de Patrimonio del Ministerio de Vivienda y oficinas similares en las secretarias de Defensa y Salud, entre otras. Como se aprecia, hay muchos “bomberos”, pero ello no ha impedido que el patrimonio chileno se esté haciendo humo. Literalmente.

(*) Cristian Antoine, académico y periodista chileno, es Director de Investigación de la Universidad del Pacífico, en Chile, y dirige proyectos sobre museos, gestión cultural y patrimonio.
Contacto cristian.antoine@gmail.com

1 comentario:

  1. ASi como se piensa gastar, digo , invertir , 6,500Mde dólares en la Linea 2 del Tren Eléctrico ( costo de una similar en el mundo no llega a 3,000M) y 3,500Mde dólares en la refinería de Talara ; 500M para dotar a los bomberos de TODO sería una muy Buena inversión....Recordemos que Chile tiene 1200 compañías de bomberos voluntaries ; El Perú solo 200...............

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