miércoles, 20 de mayo de 2015

Lima, una historia de 4.000 años y una ciudad en formación

Plaza Bélgica, cuadra 2 de la Av. Arequipa, presentando Lima Milenaria una noche de mayo.
Alguien tenía que hacerlo y son los jóvenes los que están despertando a la ciudad. Su señal más evidente a la fecha ha sido tomar la Plaza Bélgica, en la cuadra 2 de la Av. Arequipa, so pretexto de rechazar el bypass del alcalde Luis Castañeda. Pero su mirada va más allá, lo que quieren es una mejor ciudad. Quién los cuestionaría.

Es por eso que acepté su invitación a hacer una presentación sobre la campaña Lima Milenaria. A lo largo del último mes ellos han estado organizando charlas y actividades culturales en torno al tema de ciudad, que se hacen en plena calle y donde participan asistentes, vecinos y peatones.

¿Pero qué tiene que ver Lima Milenaria con la ciudad hoy, o con el bypass? Eso traté de explicar el martes 19, y aquí hago un resumen de una parte de lo conversado esa noche. La próxima semana espero completar el material.

Incorporar el pasado prehispánico de Lima es una manera de formar ciudadanía.
Algo que suelo aclarar cuando hablo de la campaña es que Lima Milenaria:
  • no es un tema de arqueología, solamente
  • no es un tema de cultura, solamente
  • no es un tema del pasado
  • es, sobre todo, un tema de ciudad
  • por lo tanto, un tema de presente y de futuro
Y esa noche expliqué los dos ámbitos que alimentan este interés: el de lo simbólico y el de lo tangible. Al medio, como un canal prehispánico, discurre la continuidad que nos mantiene vinculados hoy con ese desarrollo y transformación del territorio de los últimos 4.500 años.

En esta primera parte me refiero al ámbito de lo simbólico, que desde mi perspectiva es clave en la formación de ciudadanía. Para eso me gusta parafrasear al historiador mexicano Edmundo O’Gorman, quien en los años 60 escribió un ensayo fundamental: “América, el continente inventado”.

Imaginarios inventados

Su tesis abreviada es que los europeos del siglo XVI al llegar a nuestro continente en realidad no entendieron, o no quisieron entender, la dimensión civilizatoria que ya existía. Por el contrario, asegura, describieron un continente que se ajustaba a sus prejuicios, fantasías o maneras de entender el nuevo territorio.

En consecuencia, dice O’Gorman, los latinoamericanos pasamos 400 años viéndonos a través de los ojos de los primeros europeos. Es por ello que para él lo necesario es acercarnos al continente real, y que seamos nosotros mismos los autores de nuestra propia percepción – algo que se ha venido haciendo en el último siglo.

La arcadia colonial, como la llamó Salazar Bondy, de un pasado virreinal idealizado.
Y la situación tiene un paralelo con Lima, a la que podríamos llamar la ciudad inventada. Porque durante más de cuatro siglos la lectura oficial fue la de un lugar que había empezado en 1535, ignorando todo el desarrollo anterior (de civilización, nada menos) y que había permitido la supervivencia de la ciudad virreinal.

Desde esta perspectiva, y en el contexto de una ciudad con un rostro mayoritariamente mestizo, se hacía necesario empezar a encontrar y a describir la ciudad real, la más completa.

Un espejo para la nueva Lima

Esta nueva Lima, con un nuevo perfil demográfico, no contaba con un referente simbólico unificador. No existía ningún elemento que diera cuenta de la diversidad cultural y de la riqueza ancestral, que se pudiera enarbolar desde la perspectiva de ciudad. Y por ende, de construcción de ciudadanía.

Para esos fines lo único que existía era la figura de Francisco Pizarro. Válida pero limitada y excluyente.

No hace falta más que mirar esta ciudad de nueve millones de personas para darnos cuenta que estamos todos desconectados. Compartimos un territorio pero no un proyecto de ciudad. Compartimos un espacio ancestral pero no una identidad. ¿Cómo se fortalece ese tejido social?

Ya es más de un mes que un grupo de jóvenes viene acampando como protesta y como búsqueda de una mejor ciudad.
No me cabe duda que la mejor manera de no repetir los errores del pasado es, para empezar, reconociéndolos. Y uno de ellos es admitir la historia de exclusión que ha significado Lima como ciudad y como capital.

Desde esta perspectiva, se pueden identificar dos grandes ejes simbólicos que han definido la dinámica y las relaciones en esta ciudad desde su fundación española.

Uno de ellos, que llamaría el eje de lo oficial-legítimo, estaba representado por una Lima blanca, hispana, europeizada, producto de su fundación española.

El otro eje estaría representado por lo marginal e ilegítimo, donde se incorporaba lo mestizo, lo indígena y todo el legado prehispánico de la ciudad.

Símbolos de reconocimiento

En este panorama, entonces, cómo crear ciudad cuando el eje considerado marginal era ahora el más visible y con un creciente poder.

En parte por eso era necesario que esta campaña buscara un reconocimiento oficial de ese desarrollo urbano prehispánico. Era una manera de empezar a tejer una narrativa más real y auténtica de la ciudad. Pero se trataba solo de un primer paso.

Esto se consiguió en enero de 2012, cuando la alcaldesa de entones, Susana Villarán, declaró a Lima oficialmente Ciudad Milenaria y Ciudad de Culturas. Se conseguía así un primer nivel de reconocimiento.

(La próxima semana: la ciudad y la campaña desde el ámbito de lo tangible)

Fotos del evento: Linda Velásquez

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